La educación y el estudiante adulto

La definición de educación tradicional que propone López Yustos (1998), se resume en  "educar es cultivar el intelecto¨. Esto nos hace reflexionar sobre la función de la educación en nuestra sociedad. Se habla del concepto del hombre culto. En ocasiones es malinterpretado con un hombre o mujer erudito, de alta sociedad o clase alta, pero es más que eso. Es el hombre o mujer que queremos forjar para nuestra sociedad. Seres humanos conocedores de su cultura, raíces, valores y que desde el espacio que decidan estar sirvan para su País.



Cuando presento el tema de la educación y la formación del ser humano siempre utilizo unas preguntas claves que sirven como el pie forzado para desarrollar la discusión o diálogo: ¿qué sociedad tenemos? ¿qué sociedad queremos? y ¿qué personas queremos formar? Con este ejercicio se desarrollan mapas que presentan las posturas filosóficas antiguas, periodos históricos, cambios en conocimientos/valores, exigencias de la sociedad/cultura/educación y filosofías educativas que nos dirigen.

Los valores del ser humano que deben inculcarse en cualquier sistema educativo deben ser universales, en donde exista: tolerancia, responsabilidad, sensibilidad, participación y reflexión. No importa cuál sea la meta del País con sus ciudadanos en términos educativos (dirigidas a ciencias naturales o artes liberales por ejemplo) los seres humanos debemos vivir en balance y armonía con la naturaleza, con otros seres humanos y con la preferencia religiosa (creencias) que persiga.

A través del tiempo el conocimiento, el hombre y los valores han cambiado. No hay mejor época que otra, ni mejor filosofía que otra. Lo que si existe es una evolución que posiciona al ser humano en un mundo cambiante, lleno de retos pero con muchas oportunidades para poder transformarse y revolucionar los esquemas que lo mantienen esclavos de un status quo. Es deber entonces de todos utilizar la educación y el acceso a ella como arma liberadora en donde convierta al ser humano en instrumento para la búsqueda de una vida con propósito para el momento en el que vivimos y para los cimientos de otras generaciones.

La literatura ha documentado la forma diferente en la que aprenden los niños, adolescentes y adultos. Podemos consultar textos y conocer las aportaciones maravillosas de grandes estudiosos sobre los temas del desarrollo y crecimiento de los infantes, adquisición de conocimiento, estilos de aprendizaje, entre muchos otros temas. Sin embargo, no debe existir comparación en la forma como aprenden nuestros niños y adolescentes, con la forma en la que aprende el adulto. El adulto es un alumno distinto, aprende de forma diferente. Las experiencias de vida marcan las diferencias en su aprendizaje, así como la motivación que tienen los adultos para aprender.

El propósito de todo esto es demostrar como nuestra historia y pasado pueden establecer lo que somos actualmente. No debemos dejar que un sistema nos mueva y dicte como debemos ser o como debemos pensar. Por tanto, está en cada uno de nosotros seguir con lo que se establece como norma en este momento o provocar el cambio comenzando en nuestros espacios inmediatos y contagiar al resto de nuestro entorno con este movimiento.

En otras publicaciones se ampliará el tema del estudiante adulto por lo que presentaremos el concepto de andragogía, características del estudiante adulto, entre otros puntos importantes.

Aquí se despide una aprendiz adulta para toda la vida.

López Yustos, A. (1998). Introducción a la Educación (2da.ed.). San Juan, PR: Publicaciones 
     Puertorriqueñas.





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